Identificación e intervención



Hay muchos más niños con altas capacidades de lo que pensamos. El problema es que no están identificados.

  Prefiero identificados siempre mejor que diagnosticados, puesto que 
no se trata de una enfermedad. Lo cierto es que no sería incorrecto hablar de diagnóstico si nos estamos refiriendo a un juicio hecho por un psicólogo clínico en el que hay una valoración y una recomendación de actuación derivada de esa evaluación. Aunque en el ámbito docente, tanto profesores como padres, al oír la palabra "diagnóstico" tendemos a relacionarla con diagnóstico médico y por lo tanto estaríamos pensando en una patología o enfermedad que necesita curarse. Es verdad que el concepto de diagnóstico se utiliza también en otros campos, como el empresarial: "hizo un diagnóstico de la situación" Diagnóstico alude, en general, al análisis que se realiza para determinar cualquier situación y cuáles son las tendencias. Se realiza basándonos en una base de datos y hechos recogidos y ordenados sistemáticamente que permiten juzgar mejor lo que está pasando, e incluyendo una recomendación de una acción.

  Aunque diagnóstico sería, por lo tanto, correcto en el campo de la psicología, en educación parece más adecuado utilizar el término evaluación, más si quien la realiza es un orientador y no un psicólogo. Mediante la evaluación identificamos las capacidades y el potencial de aprendizaje de cada alumno y así podremos fundamentar las intervenciones más convenientes. 

   Lo cierto es que se nos "escapan"
 por todas partes. A no ser que un niño de problemas o que su familia tenga un especial interés, no se les evalúa y por lo tanto no se les detecta. Al no tenerlos identificados no se les atiende debidamente y pierden su posibilidad de explotar al máximo todo su potencial. Es decir, si no los identificamos y actuamos no les ayudamos a desarrollarse como deben y por lo tanto les impedimos ser felices. 

   Sería muy interesante realizar un programa de detección global a nivel escolar. Pero para ello se requiere un equipo de orientación potente o con ganas... y un 
equipo directivo muy implicado. Suele depender de los recursos económicos de los que disponga el centro. Aunque toda detección está relacionada con el tipo de actuación que se vaya a llevar a cabo después. Como es lógico, un centro que no tenga capacidad para actuar no va a estar interesado en ningún tipo de detección, ya que solamente sacaría a relucir su incapacidad de atención a todo su alumnado. Por lo tanto, el nivel de detección que tengamos dependerá del tipo de intervención que estemos dispuestos a llevar a cabo.

  Hemos tratado este tema de la infra-identificación de nuestro alumnado de alta capacidad en la sesión de #ConoceAACC #MeetGiftedness del jueves pasado en Twitter, bajo el hashtag específico de #AACCnumerosRojos. Demoledoras las cifras de alumnos identificados en cada comunidad autónoma en comparación con los que debería haber. Los parámetros que utilizamos para realizar los gráficos por comunidades fueron tres: 
1. El obsoleto 2,3% (desde hace ya 30 años aunque sigamos utilizándolo...)derivado del CI-130 que sigue siendo el temido punto de corte en muchas comunidades.
2. El criterio del 10% aportado según la definición de la NAGC (National Association for Gifted Children) y según F. Gagné, experto internacional.
3. El criterio del 15% según el modelo Renzulli, pero bien aplicado, ya que se ha malinterpretado para seguir utilizando el CI-130. Y pretendiendo ser conservadores, porque Renzulli alude al 15-20% del alumnado.


  Si atendiéramos únicamente a ese CI-130 deberían estar identificados alrededor del 2,3% de nuestros alumnos, y no llegamos ni de lejos. Pero es que, en realidad, estaríamos hablando de cerca del 15% de niños escolarizados que necesitan otro tipo de atención y no se la estamos dando. Por ejemplo, voy a comentar el caso de Navarra. De todos los alumnos matriculados en el curso 2015-2016, únicamente 286 han sido identificados como altas capacidades (200 hombres y 86 mujeres) Esto supone un 0,26% del alumnado. Como se puede observar, muy muy muy lejos del 2,3% y ya no te cuento del 10-15-20%... Según las estadísticas, en Navarra faltarían entre 2.262 y 16.329 alumnos por identificar, así, siendo fieles a los números... Pensando en cifras redondas, entre 2.000 y 16.000 alumnos de alta capacidad que no lo saben y por lo tanto no se les está atendiendo. Luego nos extrañamos de la fuga de talento... 
¡Pero si no lo atendemos porque ni siquiera lo estamos viendo!


   Y como decía antes, no queremos verlo porque si no, implicaría que deberíamos hacer algo. Y no hacemos nada porque apenas hay niños identificados. Es la pescadilla que se muerde la cola. 

    Deberíamos aplicar un protocolo de evaluación continua de todo el alumnado y  conocer sus puntos fuertes y menos fuertes, así como sus capacidades y su potencial de aprendizaje.  Una vez que sabemos qué tenemos entre manos, podemos desarrollar un estilo de enseñanza aprendizaje más acorde con lo que realmente necesitan. 

    Habrá niños que destaquen de una manera y otros de otra, pero una vez sabido, podremos potenciar sus fortalezas y ayudarles en sus debilidades. Habrá niños, 
más de los que pensamos a priori, que destacarán mucho. No les podemos olvidar. Ellos necesitan aprender también y requerirán otro ritmo. Es nuestro deber atenderles y no dejarles de lado porque no encajen en los parámetros del alumno medio. Ese que ya he comentado en otras ocasiones que no existe. 


Por lo tanto, es preciso identificar y conocer las  capacidades de todo nuestro alumnado. Una vez conocidas, es vital la atención a las necesidades educativas personales de cada uno. Esto implica la flexibilización y el enriquecimiento del currículo para adaptarlo a la velocidad de aprendizaje de cada niño. Así, sí conseguiríamos que fueran al colegio felices y con ganas de aprender. No podemos “estropear” ese ansia de conocimiento y aprendizaje de nuestros alumnos más capaces. Y de verdad que se apaga si ellos no son detectados y atendidos como necesitan.

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